Descubre cómo los etólogos explican los comportamientos de mascotas que solemos malinterpretar y aprende a entender mejor el lenguaje de tus compañeros peludos.
Convivir con mascotas es una experiencia enriquecedora que millones de colombianos disfrutan a diario. Sin embargo, a pesar de la estrecha relación que desarrollamos con nuestros compañeros peludos, frecuentemente malinterpretamos sus comportamientos al analizarlos desde una perspectiva humana. Los etólogos, especialistas en comportamiento animal, nos ayudan a entender qué está realmente ocurriendo cuando nuestras mascotas actúan de maneras que nos resultan confusas o incluso molestas.
En este artículo, exploraremos los comportamientos más comúnmente malinterpretados de perros y gatos, basándonos en el conocimiento científico de la etología moderna. Comprender correctamente a nuestras mascotas no solo mejora nuestra relación con ellas, sino que también contribuye significativamente a su bienestar.
La etología es la ciencia que estudia el comportamiento animal en su entorno natural. A diferencia de otras disciplinas, la etología se enfoca en entender por qué los animales se comportan como lo hacen desde una perspectiva evolutiva y biológica, no desde nuestra interpretación humana.
Según la Dra. María Camila Rodríguez, etóloga especializada en animales de compañía de la Universidad Nacional de Colombia, "Entender el comportamiento natural de nuestras mascotas es fundamental para proporcionarles un ambiente adecuado y prevenir problemas conductuales. Muchos de los problemas que enfrentamos con nuestras mascotas surgen de malinterpretar sus necesidades y comportamientos naturales".
Uno de los mitos más extendidos es que un perro que mueve la cola siempre está feliz. Los etólogos explican que el movimiento de cola es un sistema de comunicación complejo que puede indicar diversos estados emocionales.
"La posición de la cola, la velocidad del movimiento y la tensión corporal general nos dan pistas sobre lo que realmente está sintiendo el perro", explica el etólogo Juan Pablo Méndez. "Una cola alta y rígida que se mueve rápidamente puede indicar excitación, pero también alerta o incluso agresión inminente. Por otro lado, una cola baja que se mueve suavemente suele ser señal de inseguridad o sumisión".
Aunque asociamos el ronroneo con un gato contento, los etólogos han descubierto que los gatos también ronronean cuando están estresados, enfermos o incluso cuando sienten dolor. El ronroneo tiene propiedades curativas y puede ser un mecanismo de autorregulación.
"El ronroneo ocurre a una frecuencia de entre 25 y 150 Hz, que se ha demostrado que favorece la curación ósea y la reducción del dolor", señala la veterinaria y etóloga Carolina Martínez. "Por eso, no debemos asumir que un gato que ronronea está necesariamente feliz; podría estar intentando calmarse a sí mismo en una situación estresante".
Cuando un perro se tumba y muestra su vientre, muchos dueños interpretan esto como una invitación a las caricias. Sin embargo, los etólogos explican que este comportamiento es primariamente una muestra de sumisión o apaciguamiento.
"Mostrar el vientre es una señal de vulnerabilidad que el perro utiliza para comunicar que no representa una amenaza", aclara el Dr. Méndez. "Algunos perros disfrutan de las caricias en el vientre, pero otros pueden sentirse incómodos o incluso amenazados si los tocamos cuando están en esta posición vulnerable".
Muchos dueños creen que sus gatos realizan comportamientos como orinar fuera de la caja de arena o arañar muebles como forma de venganza. Los etólogos son categóricos: los gatos no actúan por venganza.
"Los gatos no tienen el concepto moral de castigo o venganza", explica la Dra. Rodríguez. "Cuando un gato orina fuera de su bandeja, generalmente hay un problema médico, estrés o incomodidad con la ubicación o condiciones de la caja. Interpretar estos comportamientos como venganza nos aleja de encontrar y solucionar la verdadera causa del problema".
Lo que muchos interpretan como una "sonrisa" en los perros (boca abierta mostrando los dientes) puede ser en realidad una expresión de estrés o incomodidad conocida como "sumisión activa".
"Los perros no sonríen como los humanos para expresar felicidad", aclara el etólogo Andrés Gutiérrez. "Lo que parece una sonrisa puede ser jadeo por calor, estrés o excitación. Es importante observar otros signos corporales como la posición de las orejas, la tensión muscular y la postura general para interpretar correctamente lo que nuestro perro está comunicando".
El comportamiento de "amasar" (movimiento rítmico de las patas delanteras) en los gatos se asocia comúnmente con el bienestar, pero los etólogos señalan que también puede ser un mecanismo de autorregulación en situaciones de estrés.
"Amasar es un comportamiento que se origina en la lactancia, cuando los gatitos estimulan el flujo de leche", explica la etóloga Martínez. "En gatos adultos, puede indicar comodidad, pero también puede ser un mecanismo para calmarse en situaciones de ansiedad, similar a cuando un humano se muerde las uñas".
Cuando un perro destruye objetos en ausencia de su dueño, muchas personas lo interpretan como un acto de venganza. Los etólogos explican que este comportamiento está más relacionado con la ansiedad por separación, el aburrimiento o la falta de estimulación.
"Los perros viven en el presente y no tienen la capacidad cognitiva para planificar una venganza", señala el Dr. Méndez. "Cuando un perro destruye objetos en ausencia del dueño, generalmente está canalizando su ansiedad o buscando estimulación. Es importante proporcionarles enriquecimiento ambiental y trabajar gradualmente la separación para prevenir estos comportamientos".
Muchos dueños se sorprenden cuando su gato, aparentemente disfrutando de las caricias, repentinamente muerde o araña. Este fenómeno, conocido como "agresión por sobrestimulación", es completamente normal.
"Los gatos tienen umbrales de estimulación táctil más bajos que los humanos", explica la Dra. Rodríguez. "Después de cierto tiempo de caricias, pueden sentirse sobrestimulados, lo que les genera incomodidad. Antes de morder, suelen dar señales sutiles como el movimiento de la cola o la dilatación de pupilas, que debemos aprender a reconocer".
Los perros que muestran miedo ante tormentas o fuegos artificiales a menudo son etiquetados como "cobardes" o "miedosos", lo que lleva a algunos dueños a intentar "endurecerlos" exponiéndolos a estos estímulos.
"El miedo a los ruidos fuertes tiene bases biológicas y puede tener componentes genéticos", aclara el etólogo Gutiérrez. "Forzar a un perro a enfrentar sus miedos sin un proceso de desensibilización adecuado solo aumentará su ansiedad y podría desarrollar fobias más severas. Lo recomendable es crear un espacio seguro y trabajar con profesionales en modificación de conducta".
Cuando los gatos arañan muebles, muchos dueños lo interpretan como un comportamiento destructivo o rebelde. Sin embargo, los etólogos explican que rascar es un comportamiento natural y necesario para los felinos.
"Rascar cumple múltiples funciones: mantiene las uñas en buen estado, permite estirar los músculos y es una forma de marcaje territorial visual y olfativo", explica la etóloga Martínez. "En lugar de castigar este comportamiento natural, debemos proporcionar rascadores adecuados en ubicaciones estratégicas y enseñarles positivamente a usarlos".
Uno de los mayores desafíos en la relación con nuestras mascotas es la barrera de comunicación. Los humanos somos una especie principalmente verbal, mientras que perros y gatos se comunican principalmente a través del lenguaje corporal.
"Aprender a 'leer' el lenguaje corporal de nuestras mascotas es fundamental para una convivencia armoniosa", enfatiza la Dra. Rodríguez. "Observar la posición de las orejas, la cola, la tensión muscular y las expresiones faciales nos da información valiosa sobre su estado emocional".
Los etólogos recomiendan a los dueños de mascotas en Colombia educarse sobre comunicación animal y, cuando sea posible, consultar con especialistas en comportamiento ante dudas o problemas conductuales.
El antropomorfismo —atribuir características humanas a los animales— es una tendencia natural, pero puede ser problemática cuando interfiere con nuestra capacidad para entender y satisfacer las necesidades reales de nuestras mascotas.
"Humanizar excesivamente a nuestras mascotas puede llevarnos a ignorar sus necesidades específicas como especie", advierte el Dr. Méndez. "Por ejemplo, vestir a un perro con ropa que le impide regular su temperatura corporal o impedir que un gato rasque porque consideramos que es un 'mal comportamiento' puede afectar seriamente su bienestar".
Los etólogos sugieren encontrar un equilibrio: podemos disfrutar de la relación afectiva con nuestras mascotas sin proyectar en ellas emociones o motivaciones humanas que no poseen.
Contrario a la creencia popular, los estudios etológicos indican que los perros no experimentan culpa como los humanos. Lo que interpretamos como "cara de culpabilidad" es en realidad una respuesta de apaciguamiento ante nuestra reacción negativa. Los perros aprenden a asociar ciertas situaciones (como encontrar algo destruido) con la molestia del dueño, y responden con señales de sumisión para evitar el conflicto.
Este es un mito persistente. Estudios recientes han demostrado que los gatos forman vínculos de apego con sus cuidadores similares a los que forman los perros y los niños pequeños. La diferencia radica en que expresan este apego de manera distinta, más sutil y menos efusiva que los perros, lo que lleva a malinterpretar su comportamiento como "indiferencia".
Este comportamiento, que muchos interpretan como falta de respeto a la privacidad, está relacionado con el instinto social de los perros. Como animales de manada, los perros naturalmente quieren mantenerse cerca de los miembros de su grupo. Además, los momentos en que estamos en el baño son oportunidades para ellos de obtener atención sin competencia.
Cuando un gato trae presas muertas a casa, no está intentando alimentarnos como se cree popularmente. Este comportamiento está relacionado con su instinto de caza y, en el caso de las hembras, con el instinto maternal de enseñar a cazar a sus crías. Al traer la presa a un lugar seguro (el hogar), el gato está siguiendo su comportamiento natural, no realizando un "regalo" en el sentido humano.
No necesariamente. Aunque algunos perros pueden mostrar comportamientos protectores, en muchos casos el ladrido a extraños está más relacionado con miedo, territorialidad o excitación que con un deseo de protección. Es importante diferenciar entre un comportamiento verdaderamente protector y uno basado en la inseguridad, ya que este último puede escalar a agresión si no se maneja adecuadamente.
Entender correctamente el comportamiento de nuestras mascotas es un acto de responsabilidad y amor. Como señala la Dra. Rodríguez, "Nuestras mascotas se esfuerzan constantemente por entendernos y adaptarse a nuestro mundo humano. Lo mínimo que podemos hacer es intentar comprender el suyo".
Los avances en etología nos permiten hoy interpretar con mayor precisión el lenguaje de nuestros compañeros animales, mejorando significativamente nuestra convivencia con ellos. Al abandonar interpretaciones antropomórficas y aprender sobre comportamiento animal, no solo evitamos malentendidos frustrantes, sino que contribuimos activamente al bienestar de nuestras mascotas.
¿Has notado algún comportamiento en tu mascota que te resulte confuso? ¿Tienes alguna experiencia relacionada con estos comportamientos malinterpretados? Comparte tu experiencia en los comentarios y consulta con un etólogo profesional ante cualquier duda sobre el comportamiento de tu compañero peludo.
